Cuando decir “te amo” no basta

¿Se es feliz cuando se ama? ¿Cómo se logra la felicidad plena y completa en el amor como relación humana?

Para saber si se es feliz, lo mejor y conveniente en el caso es definir a la felicidad; y no bastará con sólo añadirle adjetivos. Es necesario hacer una profunda búsqueda en la palabra para entender parte de su naturaleza.

Para mi texto, me apoyo en Aristóteles y su definición de felicidad como última causa del hombre. Aristóteles propone que la felicidad consiste en la reproducción. Apoyando la idea del griego, pero ampliando la idea de reproducción, no sólo como la manera sexual de preservar a la especie; sino como la manera de preservarse a uno mismo. Me refiero como preservación misma al acto reproductivo que servirá para salvaguardar nuestros rasgos fundamentales. La idea de preservación autónoma, me abre pauta para alargar la idea que vengo mencionando.

Extiendo el concepto como felicidad siendo la consecuencia de la libertad, que a su vez es consecuencia de la soledad. Lo anterior dicho se expresa como “Puede amar y ser feliz quien es libre, porque fue libre después de la soledad y en soledad aprendió a amarse a si mismo”.

Retomando los puntos: el amor no existe en sí mismo. El amor es un ente sin voz ni autonomía, depende, como todo, de sus esencias. Pero si el amor pretende ser un bien y tiene dentro de sí a esencia felicidad ¿cómo es que a veces duele tanto? Es claro que es una idea muy ambigua, una vana construcción con restos de distintas voces que se han ido degenerando, y tal parece que sólo preservamos a las malas interpretaciones de malos en inconsistentes interpretes. 

Propongo la neovaloración del concepto “amor”. Propongo que se utilice como verbo y no como sujeto y adjetivo.

Es cierto, sí, después de todo, que amar es haber sufrido. Es dolor. El dolor del amor no nos hace permanecer estáticos en quien produce el mismo, sino que nos hace alejarnos y poder comenzar a amar de verdad.

¿Entonces no era amor?

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Cuento

Ella se acerca a paso lento, sus tacones de aguja resuenan en la madera del piso. Tic tac, tic tac. El vestido negro que llega a sus rodillas se ajusta a su perfecta figura. Sus labios con red lipstick se abren para emitir un murmullo que nunca puedo escuchar; en el fondo sé que me llama.

“Music to fuck” de Portishead suena en algún lugar de mi cabeza, tal vez es ella cantando. Está cada vez más cerca. Sus caderas contonean como en la danza de los siete velos. Yo observo dubitativo desde el taburete minimalista que pusimos en casa ¿ceder al encanto lascivo? Sigo mirando y el espasmo se manifiesta bajo mi pantalón. Ella lo nota y ríe con inocencia. Su mirada salvaje cruza un instante con la mía. Ella estira su mano y toca mi pene, lo frota y sigue riendo.

En un momento, aquel vestido vestido negro se funde con la negrura de nuestro suelo que es atacado por la noche. No había vestido. Lo único que existía en ese momento era el espasmo bajo mi pantalón, su piel contraída y un liguero con encaje.

Mi falo es sumergido mar adentro en su boca. Juguetea con su lengua, es como una niña con una tutsi-pop. Me pierdo en ese taburete minimalista de tacto-piel, mi mirada se dispersa en la imitación de “El cielo entreabierto nos devuelve la esperanza” de Miró, que tenemos colgado enfrente de la sala de estar.

Termina con la presentación, es momento de la atracción principal de la noche. Suelta las ligas de su ropa interior. Ella toma posición con la misma inocencia, con la misma inconciencia de no entender qué es lo que pasa ahí. Se mueve, se revuelca y grita y se pierde ella sola y habla para sí misma y emite murmullos como si una película porno le hubiese atañido un mal papel.

Su vagina era húmeda, cálida, delicada. Podía percibir el olor de su cabello, que fue cuidadosamente arreglado para esa noche. El cabello había dejado de ser esplendoroso. Podía sentir una piel que fue humectada recientemente. Tenía la certeza de que había tenido un día difícil y es por eso que me necesitaba. Sabía que se contraía de esa manera por el coraje contenido que no podía sacar en su oficina.

Estaba a punto de llegar al clímax, ella se encontraba en la misma situación. Sentí una explosión contenida, impaciente por hacerse presente. Por fin llegó, sentí nuestra humedad, se mofaba de ambos, de que nos había dejado agotados.

De pronto aparecí en Venecia, yo manejaba la góndola y cantaba una opereta. Sí, había sido un sueño, soñé que por primera vez había podido estar con ella.

10 puntos de la Reforma Hacendaria explicados por jóvenes para jóvenes

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Mexicanos Activos

Desde hace mucho tiempo se cree que leer y hablar de política, economía y otros temas relacionados son actividades exclusivas de los geeks, las personas aburridas y los señores. Por el contrario, leer y conocer de futbol, música, artistas y moda es digno de las personas cool. Esto, por ende, se refleja en las cosas que los jóvenes decidimos compartir en nuestras pláticas con amigos y en las redes sociales: la cantidad de comentarios que he visto hoy relacionados al fracaso de la selección mexicana ante EEUU supera – y por mucho – la cantidad de comentarios que he leído desde el domingo respecto a la propuesta de Reforma Hacendaria.

Honestamente, no los culpo. Los medios de comunicación poco se esfuerzan en atraer lectores jóvenes e incluso a mí – que podría decirse soy más geek que el mexicano promedio – me aburren. Pero, estoy harta de que…

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Corazón nómada

Una reflexión de mi vida en estos momentos:

Hacer reflexiones resulta complicado cuando de mi vida se trata. Hace un tiempo hice un poema en el que tomé un tema al azar. En este momento, haré una reflexión del poema porque aplica para el momento You Only Live Once que estoy viviendo.

Hace mucho, mucho tiempo y uno no tan alejado, mi corazón era un nómada. Andaba errante, dando paseos en lugares con climas extremos. Había días en que ponía su casa de campaña en lugares áridos; otros en lugares fríos. Pero hoy, en este momento, mi corazón se volvió un ser sedentario, un ente evolucionado.

El corazón antes errante, encontró un lugar ideal para desarrollarse. Con el clima perfecto, carente de dificultades. Ideal para la agricultura, justo para cultivar su sanidad, su estabilidad y sus emociones que no habían florecido en terreno infértil.

No sé si me encuentro de paso, si sólo es un falso sedentarismo el que siento. Quizá sólo sea un extranjero de viaje. De cualquier modo, me siento completo. Así, no falta ni sobra.

Cuento inspirado en el cuento

Tomé un taller de escritura creativa, en el que leímos un pequeño cuento llamado “Metamorfosis” mi tarea era hacer una historia antes del cuento. La comparto.

 

Jacinto, nace en un jacal. Fue trabajo de una partera, santera, costurera, cocinera, sabia…en fin, era todo. Partera, dominatriz de la vida y la muerte.

-A mi no me vengas a chingar con esas puterías, maricón- Le dijo su padre a Jacinto, cuando este tenía cuatro años, el día que le contó que quería ser costurero como su madre.

Su infancia era dura, bueno, rutinaria si pensamos que era pescador en la costa.  Jornadas laborales de pesca del amanecer al alba. 

Por las noches, ver a su padre beber alcohol de farmacia o los perfumes de su madre ¿qué importaba si de cualquier modo tenía que estar ebrio? Golpear a su madre y hacerla suya con todo el rigor de su hombría.

La adolescencia ya estaba marcada por el macho que papi le había enseñado a ser. Un cabrón hijo de la chingada como debían los de la costa.

En su secundaria, veía a Manuela. Era la mujer que quería en su jacal; la madre para sus escuinclitos; pa’ que le cocinara sus frijolitos y los pececitos que sacaba de allá del mar.

Las realidades de Jacinto y Marcela no estaban nada alejadas. Manuela tenía por padre al arquetipo machín. Pudo ser compadre de copas del señor Jacinto padre. La madre era sumisa, enseñada a ser así…”Flojita y cooperando mija…que a tu padre me lo tienes que atender ¿así piensas casarte? si ni sabes hacer nada”

Jacinto no se iba a andar con chingaderas, esa mujer era suya. Se la tenía que robar, se sentía con el poder y la fuerza. Era un caudillo costeño.

Años atrás, Manuela tuvo una lección que formaría su YO…”Y es que me preocupas Manuelita, me preocupas mucho Ven a que papi te enseñe como se trata a un hombre de verdad. Ven a complacer a papi. Me tienes preocupado”…

Se conocen, se gustan, su lenguaje corporal transmite la misma insanidad mental que papi y mami se encargaron de moldear a su gusto.

Jacinto la roba, la compra…no sé ¿una canoa a cambio de una mujer? El robo de su libertad o la compra de un cuerpo inerte, vivo por fuera, muerto como Juárez o Cuauhtémoc por dentro. Sigo dudando. Lo induvitable es que su destino trágico es obvio.

Me imagino a Manuela diciendo años después “Nomás yo sé lo que sucedió, nadie más, y a nadie le duele, ni al Jacinto. El parece que no sabe lo que hizo, está sentado mirando, perdido. En los ojos de ese hombre hay odio, no tristeza…¿por qué?”

La dependencia enfermiza: Sobre las redes sociales

Las nuevas tecnologías, el avance y la demanda excesiva de productos, han acortado las distancias que antes nos resultaban difíciles de romper.

La llegada de las redes sociales son el  parte aguas de una de las fases más importantes de la era digital. Lugares que almacenan todo tipo de información de los usuarios. Que puedes compartir las fotos de tus vacaciones del verano pasado, los detalles del nuevo auto que compraste, o tal vez, lo último del sencillo de la banda que ha marcado tu vida.

Una innovación que ha destacado en la primera década del siglo XXI, cuyas intenciones siempre fueron buenas. Cabe recordar, que la creación de nuevas tecnologías siempre busca el bienestar común; una ética científica. Con estas distancias, en donde sólo nos hace falta poder sentir a nuestro interlocutor, he llegado a pensar en el gran problema que esto representa ¿y si esas distancias jamás se tuvieron que romper?

La experiencia en el mundo de las redes sociales, me llevó a la reflexión de considerarlas nocivas en tanto que no se usan con prudencia. Se debe reconocer que la mayoría de las personas evitan actuar al margen frente a las antes mencionadas. Nos invade la necesidad de la aprobación de los demás. Mostrar nuestros logros y posibilidades nos genera soberbia. Una eterna competencia por ver al más destacado en acción.

Nuestra naturaleza, en conjunto a la de las redes, se ha vuelto de carácter destructivo. Se han llevado consigo relaciones de pareja, amistades y lazos familiares.

Haciendo mi reflexión, pensaba en el “antes” donde esta brecha enorme que nos daba la falta de comunicación, nos daba espacio a la reflexión de pensar antes de actuar. De poder dejar que el tiempo bajara la tensión. En el hoy y ahora, cedemos al impulso. El impulso está a un click. Donde el “ojos que no ven, corazón que no siente” quedó eliminado y se volvió un lugar enfermizo con el constante “quiero saber qué hace”. Se perdieron los espacios personales, la burbuja vital. Se dio paso a la opinión masiva de una vida que decidimos hacer pública en el momento de “crear cuenta”.

El fenómeno, me recordaba a la Matrix, me sentí esclavizado; siempre dependiente de una máquina. Le vendimos nuestras almas al diablo. La opción viable está en la educación sobre el uso consciente de este tipo de plataformas virtuales, un trabajo de dimensiones imposibles pensando en la cantidad de usuarios en línea. 

Concierto de Caifanes del 23 de Junio de 2013

El tráfico se ponía denso a un par de kilómetros del Palacio de los Deportes. Desde lo lejos se podía respirar el ambiente rockero.

Cada vez más cerca del recinto, ya se podía ver a los vendedores ambulantes que ofrecían playeras del grupo mexicano de rock, Caifanes. Cien pesos por una camiseta con el logo de la banda. Se hacían notar en su mayoría, las que tenían la leyenda “NUNCA nadie nos podrá parar. Sólo muertos nos podrán callar.” Haciendo alusión a su canción “Amanece”

El Palacio está lleno y la gente comienza a chiflar a modo de urgencia por escuchar a sus ídolos. Se juntan los vendedores de cerveza, refrescos y mezcal con gritos a todo pulmón que son ahogados de cualquier modo por los de la multitud.

Media hora después, casi como relojes, suenan los primeros acordes de la canción “Amanece”. Aparece un Saúl Hernández, que a pesar de los años bien marcados, transpiraba el instinto ochentero y rockero.

El concierto conserva todo el espíritu de Caifanes. Se hace un pequeño segmento “acústico” en el que aparecen canciones inolvidables como “Ayer me dijo un ave” con el estilo tan definido entre música popular mexicana y rock de los Caifanes

Cabe resaltar que nos uníamos dos generaciones de fans; la “antaña” que es la que ha seguido a Caifanes desde el inicio, y la “moderna” en la que entrabamos los jóvenes, e incluso niños. Nos poníamos a cantar al unísono, rompiendo barreras de edad.

Sonaron canciones como “De noche todos los gatos son pardos”, “Debajo de tu piel”, “Nubes”, “Miedo”, entre otras que ya son clásicas en el repertorio de la banda.

Con discursos políticos, buenos deseos y llenos de espiritualidad, lograron resolver de manera épica su concierto. El final de una gira de dos años. Un ciclo se cerró ¿Qué podemos esperar de Caifanes para el futuro?

Sobre la belleza y la felicidad

¿Qué es la belleza? No sé, es un ser que da pie a la subjetividad; un ser apeirónico del que nunca me podré confiar. Sin embargo, me he dado cuenta del gran fallo que las personas tienen al asociar la belleza a lo físico, a lo mundano, a lo corpóreo.

La vida me ha hecho escudriñar en lo más profundo de mi ser, y de esta manera he forjado una idea que basta, pero no es lo suficiente, sobre la belleza.

Entendido a partir de alguien, un alguien que llegó a definir el punto más alto de mis creencias sobre el tema. Vino a dejarme muy claro que la belleza va siempre encaminada con la felicidad.

Debo decir que esta felicidad no sólo se resuelve con actos banales y de viejos clichés televisivos. La felicidad es una expresión de la infelicidad, porque sólo así se puede entender a la primera. Al hablar de esta dualidad, no pretendo decir que he pasado momentos infelices con aquella persona, sino que a partir de la infelicidad es que he podido aprender el nuevo punto de éxtasis que sólo aquella puede brindarme.

Ha resuelto mi infelicidad entendiendo mi dolor y poniéndose en un lugar muy cercano, lugar que puedo asegurar le ha hecho sentir en carne viva mis emociones pasadas. Resolvió con maestría mis inseguridades y complejos, simplemente los eliminó, dejándolos como un simple plano banal. Comprendió mis talentos, virtudes y gustos y los tomó de manera tan afín que parecían ser suyos.

No sé si es un acto efímero de la dopamina que llevo encima al verla. No comprendo si será momentáneo o eterno. Lo único que cabe decir es que me hace ser lo que debo ser, en tanto eso no cambie, todo debe fluir así.